Insistentemente, miraba como hipnotizada el humo, que salía humeante de la taza de café que amablemente un camarero había puesto ante mí, no sé qué hacía yo en ese bar..., tampoco sentia deseos de tomar café, sin
embargo miraba embobada esa espiral de humo que se elevaba, y como si fuera el
genio de la lámpara parecía preguntar…¿Qué deseas?
¡Que pregunta! Ni yo misma sabía que quería, en esos momentos mi mente habia dejado de pensar, solo quería que la tierra se abriera y me tragase, clavada en mi mirada, “la tuya”, la que yo amaba, la que amo todavía… que me miraba fijamente y que sin remordimientos alguno dijo...
¡Se acabó, ya no siento nada!
Te quiero si, pero…como una
amiga más, hace mucho que me deja impasible el roce de tu piel…he cambiado sin darme cuenta y aunque siento lastimarte….vuelvo al redil, al hogar…a la mujer primera…
Se hundió mi mundo, ese que se sostenía solo en una pompa de jabón y al
pincharse…
¡plof!
C.Parra